JUVENTUDES SOCIALISTAS DE EUSKADI

Área de Vivienda y Medio Ambiente

VIVIENDA

Creemos firmemente en la necesidad de articular políticas públicas de vivienda destinadas a facilitar el acceso a la vivienda de toda la ciudadanía, y de manera especial a la juventud vasca. Apostamos por la construcción de vivienda protegida, ; por el fomento del alquiler, con el objetivo de que se convierta en una opción atractiva capaz de competir en igualdad de condiciones frente a la compra; y por el urbanismo sostenible.

MEDIO AMBIENTE

Entendemos el Medio Ambiente como un área transversal a todas las políticas, una política prioritaria y pilar básico de nuestras ideas como jóvenes socialistas. Por eso, apostamos por un futuro sostenible, por las energías limpias y un desarrollo sostenible, en Euskadi y España, y a nivel mundial.

Energía eólica offshore

Un parque eólico a 150 metros del fondo del mar en Cantabria. (Visto en www.soitu.es)

Una de las mayores dificultades a la hora de levantar parques eólicos en el mar es la profundidad de las aguas. Lo habitual son unos pocos metros y el récord lo tiene un parque escocés con 45. Ahora, un proyecto en el Mar Cantábrico lo intenta a 150 metros.

"La solución es hacer que los molinos floten", afirma el investigador Iñigo Losada, director del Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria, uno de los participantes en este difícil desafío tecnológico para conseguir que los aerogeneradores que ya se ven en muchas partes del país salten ahora al mar de forma masiva. Algo muy interesante, pues en el mar hay mucho más espacio que en tierra y vientos más fuertes.

El anclaje de los enormes aerogeneradores marinos se complica a medida que se alejan de la costa y aumenta la distancia al fondo marino. En Dinamarca, el parque eólico offshore Middelgruenden está construido a cuatro o cinco metros de profundidad y a unos tres kilómetros del puerto de Copenhangue. Otro parque danés situado entre 14 y 20 kilómetros de la costa de Jutlandia, en el Mar del Norte, es el de Horns Rev, cuya profundidad varía de los 6 a los 14 metros (ver pdf). En Alemania, están trabajando en profundidades de entre 30 y 40 metros con el proyecto Alpha Ventus, a 45 kilómetros de la isla de Bortum. Y el récord lo tiene el parque eólico escocés Beatrice, que ha logrado levantar estas gigantescas turbinas en fondos de 45 metros.


El reto de alcanzar los 150 metros de profundidad

La idea de los parques eólicos flotantes no es nueva. La compañía StatoilHydro trabaja desde hace tiempo en un proyecto en Noruega para superar profundidades de más de 100 metros con aerogeneradores fijados a boyas. Sin embargo, en España no se había contemplado hasta ahora de forma seria esta posibilidad, cuando la distancia al fondo del mar es una de las mayores barreras para la implantación de la eólica offshore (aparte ya de por sí de las complicaciones y mayores costes por trabajar en medio del mar).


A diferencia de los países del norte, que cuentan con mares de poca profundidad, en España el fondo marino se hunde en cuanto nos alejamos un poco de la costa. Y, como incide Losada, "se debe cumplir el requisito de alejar los parque eólicos al menos unos ocho o diez kilómetros del litoral para evitar el impacto visual". Una exigencia que limita mucho las zonas donde poder colocar aerogenadores. Exceptuando algunas zonas como Tarifa o el Delta del Ebro, donde están intentando abrir parques eólicos en aguas de poca profundidad, el resto del territorio marino español no es apto para la instalación de molinos de viento en el mar (ver mapa).

En el Mar Cantábrico, Losada espera que el primer prototipo del proyecto —que constaría fundamentalmente de los elementos flotantes— esté listo para fondear en la costa de Santander (frente a la playa de la Virgen del Mar) a finales de mayo. Lo haría a una profundidad de 40 metros y a una escala menor que la del molino real. Este primer experimento estudiará principalmente "si el diseño del prototipo es el adecuado, medirá el comportamiento de los elementos flotantes y servirá para tomar datos sobre el viento y el oleaje de la zona", detalla este investigador.

Según explica el director del instituto cántabro, la segunda fase —que se pondría en marcha en unos seis u ocho meses— consistirá en probar un segundo prototipo más evolucionado y a una mayor profundidad (unos 100 metros) en la zona de Comillas. Y en la tercera fase, a través de un prototipo a escala real, se estudiaría definitivamente a una mayor profundidad el conjunto incluyendo el sistema flotante, el anclaje y el generador y la turbina para ver si funcionan adecuadamente.

"Lo deseable sería que en 2011 ya pudiéramos tener molinos reales funcionando en un parque experimental ubicado en el entorno de Ubiarco-Comillas para medir su eficiencia", cuenta Losada, quien añade que este primer parque constaría de dos o tres molinos que sumasen en total unos diez megavatios, y separados entre sí por un kilómetro de distancia aproximadamente. Aunque las plataformas en las que se están trabajando en este proyecto no están diseñadas para una turbina determinada, "la tendencia es que se utilicen palas con una potencia de entre tres y cinco megavatios", detalla.

Los molinos flotantes tienen sus pros y sus contras. Como explica Losada, por una parte, "al no tener limitaciones de anclaje al fondo —que exige la instalación a menos de 40 metros de profundidad—, son más fáciles de alejar de la costa limitando así los posibles impactos visuales; pero por otra parte, se encuentran con varias dificultades, como el encarecimiento de la conexión de las líneas eléctricas a tierra (al estar más alejados) y las dificultades técnicas propias de conseguir la estabilidad de un gran aerogenerador que está flotando en una situación de oleaje y viento".

El proyecto, que está siendo desarrollado por Idermar S.L, una sociedad formada por entidades públicas (Sodercan y la Fundación Instituto de Hidráulica Ambiental) y empresas primadas (Apia XXI y Helium), cuenta en sus primeras fases con la financiación del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI). "Aún es difícil calcular una inversión aproximada, pero lo cierto es que en función de la potencia instalada, un parque experimental de estas características puede superar fácilmente los 20 millones de euros", cuenta Losada, quién incide en que "el coste de este tipo de instalaciones es de un 30% más alto que la eólica terrestre".

Según este ingeniero, la energía eólica offshore va a experimentar un gran desarrollo en los próximos 20 años, ya que se considera, desde el punto de vista energético, que el medio marino tiene muchas posibilidades. Sólo hay que ver las iniciativas que se llevan a cabo sobre todo en el norte de Europa, donde sus condiciones marinas son más aptas para este tipo de instalaciones (sus costas tienen una gran plataforma continental). Según Losada, por ejemplo, las previsiones de Gran Bretaña son de que en 2020, un 21% de sus necesidades energéticas sean cubiertas con energía eólica offshore.




UN EJEMPLO A SEGUIR

Interesante artículo publicado por Piedad Martín en Soitu.es sobre una experiencia sueca que podría ser un buen ejemplo a seguir.




Los habitantes del barrio de Hammarby Sjöstad (Estocolmo) no sólo reciclan su basura y transforman parte en electricidad, también aprovechan sus aguas residuales para producir biogás con el que cocinar y reutilizan el agua de lluvia. Aquí no se desperdicia nada.




La forma de vida de 'Hammarby Sjöstad' (ver pdf) ha convertido a este barrio residencial en todo un modelo de desarrollo urbano sostenible. Lo que antes era una zona industrial-portuaria muy contaminada, hoy se ha transformado en una ciudad moderna con zonas verdes y edificios eficientes, que suministra ella misma la mayor parte de la energía que necesita.

Desde que se comenzaron a levantar las primeras viviendas en 1993, el diseño y la construcción de este nuevo barrio con vistas al lago Hammarby Sjö integraron la variable sostenible en la elección de materiales, medios de transporte, tratamiento de agua y reciclaje de basuras. "Hoy en día la basura ya no es basura", comenta Erik Freudenthal del centro ambiental de Hammarby. "Es un recurso que está siendo utilizado".



Los habitantes de este vecindario tiran sus basuras en un sistema de recolección subterráneo que da la posibilidad de separar los materiales reciclables de los restos orgánicos y de otro tipo de desperdicios. Los residuos que no pueden ser aprovechados se queman para generar electricidad.

Los cerca de mil apartamentos —cuyo alquiler ronda al menos las 6.600 coronas suecas ó 700 euros al mes— funcionan con cocinas de biogás extraído de las propias aguas residuales de la comunidad, el mismo combustible que mueve los autobuses que prestan sus servicios en el barrio.

Tampoco se permite que el agua de lluvia vaya derecha a las alcantarillas: la que se acumula en las calles se lleva a un sistema de filtración y purificación, mientras que la lluvia que cae en los edificios se redirige a tejados verdes y humedales cercanos. Estos recursos de agua se mantienen separados de las aguas residuales que se tratan con otro sistema.

Los paneles solares integrados en fachadas y cubiertas proporcionan la mitad del agua caliente que sale de los grifos de las viviendas. Además, otra de las prioridades es moverse de forma sostenible: los residentes cuentan con un tren gratuito que les lleva al centro de Estocolmo, una red de carriles bici, zonas peatonales y unos 30 coches de uso compartido distribuidos por todo el barrio. De este modo, las emisiones de dióxido carbono a la atmósfera se reducen, tanto que este modelo emite menos del 50% que los vecindarios construidos de la manera habitual.

El modelo de 'Hammarby' es un buen ejemplo de la puesta en práctica de un metabolismo urbano circular —en el que las basuras son recicladas— (en vez del "metabolismo lineal" al que estamos acostumbrados y en el que una ciudad simplemente convierte sus recursos en residuos). Y aunque el 75 % de la sostenibilidad de 'Hammarby Sjöstad' está integrada en su diseño, el 25% restante depende de la contribución de sus residentes. Por eso, el centro de información ambiental da charlas sobre planificación sostenible de ciudades y fomenta que los vecinos cambien sus hábitos hacia otros más sostenibles. Por ejemplo, reduciendo su consumo de agua.

Este proyecto (ver pdf), que dura hasta el 2016, tiene como objetivo llegar a 10.000 apartamentos y 25.000 residentes. Hoy, la mitad del barrio está construido. Aunque no es un ejemplo perfecto, Hammarby representa una visión diferente a la hora de planear un vecindario, por desgracia demasiado única y ausente de la mayoría de las ciudades.